Marta sentía una constante presión en el cuello y le dolía la garganta. El diagnóstico preliminar: hipertiroidismo. Antes de someterse a la cirugía, me buscó a mí.
(Los nombres y las circunstancias han sido modificados para proteger la identidad de la persona.)
Marta vive en Hungría, mientras que yo estoy en Chile, así que trabajamos a través de Skype. Al inicio de nuestra primera sesión, le pedí que cerrara los ojos, recorriera mentalmente su cuerpo desde la coronilla hasta los pies y tomara un “inventario” de las sensaciones y molestias que percibía en ese momento.
La lista era larga. Además del dolor de cabeza, sentía picazón y presión alrededor de los ojos. También tenía tensión en el cuello, “como si algo quisiera salir” —explicó—, además de dolor en la clavícula.
—¿Es todo? —pregunté.
—¡Oh! —respondió de inmediato—. Me duelen mucho los talones al caminar, y ahora, incluso sentada, siento una fuerte pulsación en ellos.
De repente, recordé un dicho húngaro: “Párate en tus talones”, que significa mantenerse firme y decidido. Decidí que comenzaríamos el trabajo con este tema. Marta realizó dos rondas de tapping con la frase inicial: “Aunque me duelen mucho los talones al caminar, me amo y me acepto con o sin dolor”. La intensidad pronto disminuyó de 5 a 0 en la escala subjetiva.
Le pregunté:
—¿Qué significa para ti este dolor?
Marta respondió:
—Renuncia, aceptación de que mi pie ha estado enfermo por mucho tiempo.
Se quedó en silencio y, tras una pausa, dijo con duda en la voz:
—Recuerdo un viaje, una época en la que no podía apoyar mis talones.
Tuve la sensación de que el tema la incomodaba, así que le propuse trabajar sin necesidad de darme detalles concretos. Aceptó sin dudarlo.
—Imagina la situación como si fuera un video en YouTube y ponle un título —le pedí.
—“La historia del perro”.
—Si vieras ese video, ¿qué emoción surgiría?
(No le pedí que reviviera la situación para evitar emociones demasiado intensas.)
—Humillación —respondió Marta con una intensidad emocional de 10.
—¿Cómo se manifiesta esa humillación en tu cuerpo?
—Siento tensión en el pecho y en el cuello.
La intensidad física de la emoción era de 6. Construimos la siguiente frase preparatoria:
“Aunque me siento terriblemente humillada, aún así me gustaría olvidar esta historia.”
Y la frase corta: “Esta historia del perro”.
Realizamos cuatro rondas de tapping. Como de costumbre, yo también hacía tapping junto con ella para sincronizarnos y percibir sus emociones. Al final, le pedí que volviera a “ver” el video mentalmente.
—¿Qué emociones te evoca ahora?
—Ninguna. La imagen se ha hecho muy pequeña.
—¿Podrías pensar en la historia sin sentirte mal?
—Por supuesto, incluso podría reírme de ello… con un poco de dolor.
Decidimos continuar con la siguiente frase preparatoria:
“Aunque esta historia del perro aún me duele un poco, puedo reírme de ella. Me amo y me acepto.”
Frase recordatoria: “Esta historia dolorosa y ridícula”.
Después de tres rondas de tapping, Marta dijo en voz baja:
—Las lágrimas están corriendo.
Le pedí que siguiera haciendo tapping hasta que sintiera que era suficiente y le aseguré que no tenía que decir nada. Durante medio minuto hubo silencio al otro lado del océano. Luego, con voz firme, dijo:
—Estoy lista.
—Un suspiro… un sorbo de agua… descansa un poco, estoy aquí —le dije en voz baja, conmovido por la conexión humana que habíamos logrado a pesar de la distancia.
—Está bien. ¡Estoy bien! —respondió Marta.
—¿Notas algún cambio? —le pregunté con cuidado, evitando sugerir una respuesta positiva.
—Sí. Ha aparecido un dolor más grande y amplio. Lo del talón es trivial.
—¡Eso significa que encontramos algo importante! ¿Es dolor físico o emocional?
—Emocional. Lo siento en el cuello. Es una sensación que se expande. Intensidad 5.
Le propuse la siguiente frase preparatoria:
“Aunque este dolor es tan grande que se expande en mi cuello, aún así merezco aceptarme y amarme.”
Frase corta: “Este dolor”.
Tras una ronda, Marta dijo algo inesperado:
—¡Me gusta hacer tapping!
—¡Pues hazlo!
Continuó haciéndolo en silencio durante unos dos minutos hasta que dijo:
—Me he calmado. Lloré mucho. Lo malo es que ya había llorado tanto por esto, que pensé que no volvería a hacerlo… pero volvió a aparecer.
—Eso significa que hay algo más en el fondo. Otra emoción.
Guardó silencio antes de responder:
—Bueno… He perdido a mi hijo. No ha muerto, solo se ha ido. Emigró a Australia. Nos dio la espalda… pero es exitoso y feliz. Eso es lo importante.
Otro silencio.
—Para mí, el contacto físico era muy importante. Las caricias de antes. Ya no es posible. Siento una gran carencia emocional.
Le sugerí a Marta que tomara un cuaderno y escribiera espontáneamente durante una hora cada día. Le expliqué que cuando escribimos, nuestros pensamientos se vuelven más claros. Mientras lo hiciera, si surgía una emoción o una sensación física, debía hacer tapping. Esta es una forma de autoterapia.
La semana siguiente, Marta me contó que había comprado el cuaderno, escribía todos los días y se sentía muy bien. Ya no le dolía el cuello.